viernes, 10 de mayo de 2013

Mal y acostumbrados

Hace varios días que quería sentarme a escribir pero la vorágine de la política y la sociedad argentinas me impiden tomar un punto fijo de referencia. Es difícil en estos días tomar la punta del ovillo para poder desarrollar un tema y no un enredo de temas. Sin embargo apareció y debo reconocer que en una de mis fuentes habituales de inspiración: Jorge Fontevecchia. La frase se las copio tal cual y les recomiendo que lean la editorial de domingo, donde fue publicada (al final les dejo el enlace). “Los hechos del Borda demuestran lo difícil que sería tratar de encauzar a la sociedad con esos métodos, después de 12 años de haber convencido a todos de que lo único que se tiene son derechos. Por ejemplo, cinco millones de argentinos reciben un ingreso sin trabajar;[…].”
La verdad es que estamos mal, una gran parte de la población se ha acostumbrado a situaciones irreales y las viven como si la irrealidad se volviera permanente. Es imposible negar la legitimidad de los reclamos pero, hay que marcar diferencias. Hoy en día consideramos un hecho normal el corte de calles, o incluso algunas huelgas como la de los maestros (no es comienzo de año sin paro docente). Si entendemos normal como aquello que se repite entonces es correcto, pero no está bien, de nuevo es normal pero no está bien. Que los docentes tengan que salir todos los años a luchar por su salario no está bien; que cada agrupación (con al menos dos manifestantes) se solidarice con la causa más improbable es normal pero no está bien. La pregunta sería entonces que es lo que está bien; las respuestas son muchas y son conforme a los gustos de cada quien; en lo particular preferiría que se supiera cuál es la inflación y los salarios se pudieran ajustar de acuerdo a ella sin necesidad de medidas sindicales. En cuanto a la solidaridad piquetera sería bueno que encontraran algún método mejor en el que gastar su energía y nos dejaran a todos los demás en paz. Y repito el reclamo es justo y en algunos casos incluso necesario, pero que todos los días se corten varias calles y que todos los años se repitan los mismos paros está mal.
Es a esto a lo que se refiere que mucha gente está convencida que lo único que tienen son derechos, es cierto uno tiene el derecho a reclamar pero, el estado tiene el deber supremo de mantener el orden (sería bueno que aprendieran como se hace para evitar hechos desafortunados) y los ciudadanos tenemos el deber de respetar las normar que nosotros mismos establecimos para hacer posible la convivencia. Sin embargo hoy (eventualmente hablo mucho con uno) hay demasiada gente que cree que sólo tiene derechos y que sus obligaciones deben ser renegociadas. En estos momentos un trabajador (aunque todos trabajamos parece que el termino se reserva sólo a los que están en relación de dependencia) con capacidad de ahorro discute porque no quiere pagar impuesto a las ganancias mientras que los profesionales que en neto ganamos mucho menos ni siquiera tenemos la oportunidad de discutir. La idea de que sólo trabaja y tiene derechos el asalariado es una equivocación de larga data en Argentina; todos somos trabajadores y es justo que todos paguemos los mismos impuestos, así como también es justo que quienes por cualquier motivo tengan una renta extraordinaria paguen un mayor porcentaje en concepto de impuesto a las ganancias.
La posibilidad de tener un país en serio implica algo a lo que muy pocos argentinos están dispuestos a sumarse, implica trabajar para un futuro lejano el que, probablemente no veremos. La única solución posible es terminar con la corrupción y también con la viveza criolla. Debemos entender que para construir un país en el que valga la pena vivir y por el que valga la pena sacrificarse es necesario que llegado el caso a quienes le corresponda realice ciertos sacrificios. Hoy en día la mayoría sólo se preocupa por lograr que le cobren la menor cantidad de impuestos y obtener las mayores ventajas aún a costa de perjudicar a otros, todos se sienten con derechos superiores y olvidan que somos parte de una misma nación. Con el tiempo hemos adquirido como sociedad los vicios de nuestros peores políticos, y en lugar de optar por un arduo camino a un futuro mejor, hipotecamos el presente en favor del beneficio personal y en favor de causas muertas. Estamos mal pero el problema es que estamos acostumbrados.

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