lunes, 27 de mayo de 2013

Contenidos Vacíos


Desistí en mi segundo intento de leer la carta abierto "Los Justos"; no es que su contenido me supere sino más bien que me agobia. Es esencialmente un texto de lectura difícil y desagradable (el hecho de leerlo más que el texto en sí mismo). De lectura difícil porque en él se mezclan de manera odiosa una gran colección de términos complejos de la lengua española. El español es uno de los idiomas con mayor cantidad de palabras, y es por ello uno de los más complejos, sin embargo su uso en manos de alguien virtuoso puede conmover como la más majestuosas de las sinfonías pero, en manos de esta gente suena como si estuvieran despellejando vivo a un gato. En su prosa la belleza del lenguaje se pierde por el artilugio falaz de una complejidad rebuscada y se transforma en un mamarracho de la belleza que le corresponde. Lo de lectura desagradable viene porque en una lengua tan rica existe siempre la posibilidad de encontrar la palabra justa para nombrar cada concepto, haciendo de la utilización de la palabra una expresión del brillo del contenido. En la carta abierta los conceptos se chocan en su expresión con la aglutinación inconexa de términos pomposos y rimbombantes que intentan tapar el vacío de contenidos que el movimiento es incapaz de llenar. Así como un mal músico hiere el oído cuando araña a un violín, esta gente lastima la mente cuando toman papel y lápiz, la sucesión de términos complejos mal empleados dificulta la búsqueda del contenido (suponiendo que exista) y es un ejercicio contrario al pensamiento y por lo tanto doloroso para la mente.
Por definición un intelectual es cualquiera que realiza una actividad relacionada con el pensamiento. Por lo que es justo decir que de alguna forma todos en algún momento somos intelectuales, ya que no importa la simpleza con la que lo hagamos pero más tarde o más temprano la mayoría terminamos por pensar en algo.  Dos cosas me dí cuenta intentado leer la carta abierta, la primera es que esa gente que se autodenomina intelectual carece en parte de las condiciones para serlo; la segunda es que nos toman el pelo. Para ser intelectual queda claro que es requisito ejercer el pensamiento, lo cual implica obtener conocimiento sobre lo que se va a pensar y luego reflexionar sobre ello para llegar a algún punto (según se pretenda). El problema es que esta gente si hay algo que no hace es pensar sobre la Argentina, la realidad vertiginosa en la que estamos inmersos nos impide no ser concientes de ella salvo esfuerzo voluntario. Por lo tanto si estos "pensadores" no pueden (o no quieren) comprender la realidad en un forma lo más objetiva posible, dificilmente puedan ejercer con ella un pensamiento lógico o racional; lo que si se quiere anula su capacidad de ser intelectuales. La segunda revelación fue que nos toman por idiotas alegremente y sin reservas. Cuando un profesor pedante intenta demostrar que tiene conocimientos con frecuencia recurre a una jerga muy específica la cual aparenta ser conocimiento pero que en verdad está vacía. De la misma forma esta gente construye una retórica sobre expresiones confusas (y a veces contradictorios) suponiendo que los idiotas que lo van a leer (o sea nosotros y los militontos) al verse frente a un lenguaje complejo supondrán tanto que es cierto como que procede de un nivel de pensamiento que les está vedado a ellos (nosotros) y que sólo los iluminados intelectuales pueden alcanzar.
Por último este régimen que busca su justificación en la defensa de los derechos humanos y la protección de los sectores más desprotegidos, es en la practica lo contrario de lo que predica. Las muestras de transgresiones a los derechos humanos son cada vez más numeroas, las agresiones a los Qom en el norte es el más claro ejemplo de como hay en el país de la igualdad ciudadanos que son más iguales que otros. Según nuestra Führer en este país no desaparece más nadie aunque Julio López siga, junto con otros menos conocidos, aún sin aparecer. Este es en efecto un gobierno que expresa en su proceder lo peor de la derecha, pues sus acciones llevan a la creación de una oligarquía más poderosa de la que hoy existe, junto con una profundización de las brechas sociales y la extinción de la movilidad social. Pero es en su discurso socialista y progresista, carece de un contenido propio que busca en intelectuales y patoteros por igual, los que congenian de manera imposible su accionar. Al fin y al cabo este no es un movimiento con vacío de contenido sino con contenidos vacíos.

viernes, 10 de mayo de 2013

Mal y acostumbrados

Hace varios días que quería sentarme a escribir pero la vorágine de la política y la sociedad argentinas me impiden tomar un punto fijo de referencia. Es difícil en estos días tomar la punta del ovillo para poder desarrollar un tema y no un enredo de temas. Sin embargo apareció y debo reconocer que en una de mis fuentes habituales de inspiración: Jorge Fontevecchia. La frase se las copio tal cual y les recomiendo que lean la editorial de domingo, donde fue publicada (al final les dejo el enlace). “Los hechos del Borda demuestran lo difícil que sería tratar de encauzar a la sociedad con esos métodos, después de 12 años de haber convencido a todos de que lo único que se tiene son derechos. Por ejemplo, cinco millones de argentinos reciben un ingreso sin trabajar;[…].”
La verdad es que estamos mal, una gran parte de la población se ha acostumbrado a situaciones irreales y las viven como si la irrealidad se volviera permanente. Es imposible negar la legitimidad de los reclamos pero, hay que marcar diferencias. Hoy en día consideramos un hecho normal el corte de calles, o incluso algunas huelgas como la de los maestros (no es comienzo de año sin paro docente). Si entendemos normal como aquello que se repite entonces es correcto, pero no está bien, de nuevo es normal pero no está bien. Que los docentes tengan que salir todos los años a luchar por su salario no está bien; que cada agrupación (con al menos dos manifestantes) se solidarice con la causa más improbable es normal pero no está bien. La pregunta sería entonces que es lo que está bien; las respuestas son muchas y son conforme a los gustos de cada quien; en lo particular preferiría que se supiera cuál es la inflación y los salarios se pudieran ajustar de acuerdo a ella sin necesidad de medidas sindicales. En cuanto a la solidaridad piquetera sería bueno que encontraran algún método mejor en el que gastar su energía y nos dejaran a todos los demás en paz. Y repito el reclamo es justo y en algunos casos incluso necesario, pero que todos los días se corten varias calles y que todos los años se repitan los mismos paros está mal.
Es a esto a lo que se refiere que mucha gente está convencida que lo único que tienen son derechos, es cierto uno tiene el derecho a reclamar pero, el estado tiene el deber supremo de mantener el orden (sería bueno que aprendieran como se hace para evitar hechos desafortunados) y los ciudadanos tenemos el deber de respetar las normar que nosotros mismos establecimos para hacer posible la convivencia. Sin embargo hoy (eventualmente hablo mucho con uno) hay demasiada gente que cree que sólo tiene derechos y que sus obligaciones deben ser renegociadas. En estos momentos un trabajador (aunque todos trabajamos parece que el termino se reserva sólo a los que están en relación de dependencia) con capacidad de ahorro discute porque no quiere pagar impuesto a las ganancias mientras que los profesionales que en neto ganamos mucho menos ni siquiera tenemos la oportunidad de discutir. La idea de que sólo trabaja y tiene derechos el asalariado es una equivocación de larga data en Argentina; todos somos trabajadores y es justo que todos paguemos los mismos impuestos, así como también es justo que quienes por cualquier motivo tengan una renta extraordinaria paguen un mayor porcentaje en concepto de impuesto a las ganancias.
La posibilidad de tener un país en serio implica algo a lo que muy pocos argentinos están dispuestos a sumarse, implica trabajar para un futuro lejano el que, probablemente no veremos. La única solución posible es terminar con la corrupción y también con la viveza criolla. Debemos entender que para construir un país en el que valga la pena vivir y por el que valga la pena sacrificarse es necesario que llegado el caso a quienes le corresponda realice ciertos sacrificios. Hoy en día la mayoría sólo se preocupa por lograr que le cobren la menor cantidad de impuestos y obtener las mayores ventajas aún a costa de perjudicar a otros, todos se sienten con derechos superiores y olvidan que somos parte de una misma nación. Con el tiempo hemos adquirido como sociedad los vicios de nuestros peores políticos, y en lugar de optar por un arduo camino a un futuro mejor, hipotecamos el presente en favor del beneficio personal y en favor de causas muertas. Estamos mal pero el problema es que estamos acostumbrados.