martes, 28 de enero de 2014

Realidad

La realidad puede ser muchas cosas pero, tarde o temprano lo que será es sólida. Tenía un profesor en el secundario del cual aprendí muy pocas cosas de su asignatura, sin embargo en aisladas ocasiones dejó detalles de conocimiento y comprensión que aún, después de tantos años llevo con migo. Comenzó con una simple pregunta:
¿Saben por qué el comunismo siempre es un partido único? No recuerdo a razón de que venía esa pregunta en esa materia que no tenía nada que ver con historia o economía (bueno algo de historia pero, no lo era) si recuerdo que pasamos largo rato y ninguno pudo atinar una respuesta. De hecho solo permanecimos en silencio un rato. Lo que dijo era simple pero exacto y contundente: Porque para poder llevar un comunismo adelante se necesita que todos hagan lo que se les ordena.
Hoy en día los pocos que quedan dentro del gobierno con esas ideas han descubierto un problema: La gente no le gusta que le digan cuanto debe ganar ni como debe hacerlo. Y en un sistema democrático es algo complicado obligar a ciudadanos libres a hacer lo que a uno se le antoja. Los fracasos en la política económica de este gobierno se deben fundamentalmente, en mi opinión, a dos factores. Uno la poca capacidad y conocimientos sobre la materia de los funcionarios a cargo. Y dos: a que todavía vivimos en libertad y no pueden obligarnos a hacer ciertas cosas.
El fallo de Moreno siempre fue que al comprender muy poco o nada sobre el mercado, trataba de forzar a las personas a que hicieran lo que a él se le antojaba, sin tener en cuenta que ningún ciudadano razonable va a perder dinero solo porque se lo digan. Los congelamientos de precios son el mejor ejemplo de esto. Ya que las empresas productoras y las distribuidoras simplemente aceptaban por un lado el congelamiento y por el otro movían su producción a productos más rentables. El resultado a largo plazo de esto es la escasez de ciertos bienes, y alimentos.
Luego con el cepo (que no existió pero, ahora lo abrieron un poquito) complicaron las pocas manufacturas nacionales y asfixiaron el mercado inmobiliario. Seamos honestos (al menos con nosotros mismos) ¿Quién vendería una propiedad en pesos, sabiendo que luego con ellos no va a poder comprar dólares para protegerse de la inflación? Nadie en su sano juicio vende una propiedad si no puede asegurar el valor de lo que obtiene por ella. A este gobierno se le antojó que si, la verdad es que ni con los CEDIN pudieron obligar a nadie. 
Se esfuerzan en mantener subsidios y planes que sólo ahogan las cuentas del estado, con la esperanza de que estos les signifiquen votos en alguna elección futura. O bien que el próximo gobierno opositor deba retirarlos y cargar por ello con la bronca social que les corresponde. Es muy fácil repartir la riqueza (cosa que nunca hicieron), sin embargo no se puede repartir la ausencia de recursos. El estado puede hasta cierto punto financiar a quienes por circunstancias fortuitas no pueden cuidar de sí mismos. Eso no es lo que se ha hecho aquí. Lo que este gobierno hace es crear y mantener un estado de asistencialismo, donde los pobre no pueden salir de su pobreza. Y son rehenes del gobierno de turno que les reparte las limosnas. Un avance a habido sobre esto, la cultura del no trabajo a engendrado una nueva generación, los “mercenarios de la asistencia”, es posible que quienes siempre han vivido de la limosna del estado no se tomen a bien el día que finalmente haya que ajustar las cuentas y cerrarles la canilla.
En el mundo las monedas valen por dos cosas: reservas y/o confianza. Da la casualidad que no tenemos ninguna disponible en cantidades suficientes. Nuestras reservas que fueron mínimas al final del 2002 se incrementaron a causa de la corrección de la paridad monetaria y del auge de nuestra exportación. En un escenario en el cual el mundo está muy interesado en lo que nosotros producimos y que además compramos menos de lo que vendemos es fácil crecer, y lo sería todavía. Lo que lamentablemente pasó fue que el fruto de ese mundo a favor se dilapidó durante una década en corrupción, mala administración y clientelismo. El resultado es que aún el mundo nos es favorable pero no tenemos los medios para aprovecharlo sin crear una crisis en nuestro país, la medida de esta crisis depende de la pericia de los funcionarios que la administres (permitanme ser pesimista al respecto).
Un gobierno que cada vez que puede acota más los margenes de maniobra de quienes producen y dilapida cada vez más en los que no, no genera confianza. Las idas y venidas en materia legal, el juego permanente con las reglas de juego, hace muy difícil que alguien sensato venga a invertir. Sin dinero llegando de afuera, y con la capacidad de producirlo por exportación cada vez más menguada (este es el precio por tener el asado y el pan baratos, ups) resulta complejo creer que la gente va a confiar en la moneda nacional al momento de mantener el valor de sus ahorros. No es suficiente que a los iluminados de la economía nacional y popular se les ocurra que hay que pesificar todo y comenzar a ahorrar en pesos para que esto suceda. Como dije no se puede obligar a ciudadanos libres a que pierdan su dinero. Lo que le pasó al ministro (ahora nombrado) de economía es que el mercado le torció el brazo, ese es el porque de su enojo. Esa ira incontenible contra todos por no hacer lo que el supone que debemos hacer, por no abrirnos a la luz de su sabiduría, por no aceptar que nos diga que hacer.
La realidad es y puede ser muchas cosas, solemos decir que es dura en el sentido de que es difícil a veces. Sin embargo lo que el gobierno y el ministro de economía han descubierto es que a veces puede ser sólida, y que por lo tanto uno no la atraviesa sino que choca con ella, que siempre es más dura que uno.