martes, 25 de junio de 2013

Roles


Hace un tiempo ya que vengo escuchando un concepto muy erróneo que tiene que ver con un detalle esencial en los fondos del estado. Al pasar vi una nota en un diario en la que un intendente preguntaba si alguien cree que alguno de sus pares puede hacer obras por si mismo. Dando a entender que el dinero del estado es en cierta forma  propiedad del gobierno central, en este caso de la presidente. El concepto es muy lejano de la realidad pero, se ha instalado de igual forma en la sociedad. La idea macabra de que es el encargado del ejecutivo quien posee el dinero con el cual se hacen las cosas en un determinado estamento del estado es ridícula. La verdad es que ese dinero es de todos, lo que sucede es que hemos olvidado que los funcionarios son empleados públicos, con la salvedad de que para su puesto es necesario el voto. Lo cual no los hace especiales sino más responsables de sus acciones, en el sentido amplio de responsabilidad.
Hemos confundido el rol de los gobernantes, ya que no son ellos los dueños del patrimonio del estado, sino sus administradores. Juzgar la calidad de un gobierno puede tener resultados muy dispares según se tenga en cuenta o no esta diferencia. 
Cuando se considera que el dirigente es el dueño de los fondos que administra, uno puede fácilmente llegar a la conclusión de que si da mucho está haciendo mucho y que puede ser un gran gobernante. Sin embargo si pensamos que no es suyo sino nuestro podemos ver que en varias ocasiones el exceso en el uso de lo público es un despilfarro sin sentido ya que a la larga no reportará un beneficio duradero para la nación. No hay mejor ejemplo que de esto que el fútbol para todos; si el gobernante es dueño del dinero es generoso al pagar por la televisación pero, cuando se tiene en cuenta que ese dinero es de los futuros jubilados y que debería reportarles dividendos en favor de su retiro, se ve con claridad que es un desperdicio. El gobernante se convierte entonces y por ello en un mal administrador, lo que debiera ser tenido en cuenta a la hora de la votación, aunque parece no ser así.
Supongamos ahora una obra a licitación, la responsabilidad de un administrador es la de cuidar el dinero, es decir asegurarse que la obra se realice con la mayor eficacia y eficiencia posibles. Dicho de otra forma deberá evitar los sobreprecios, al igual que los costos excedentes y de la misma manera debe realizar los controles necesarios sobre las obra que encarga. Creo sin temor a equivocarme que nunca he visto a un político argentino realizar ninguna de estas tareas, sin importar el ámbito en el que se realizaron.
De igual manera el rol de los legisladores no debe ser la obsecuencia de tratar las leyes que les mandan sino la de sacar las mejores leyes para la nación. Un legislador es bueno cuando su interés principal es la república y no los caprichos de una persona o el beneficio personal. Cuántas veces vemos a diputados y senadores votar cosas innombrables en pos de la defensa ridícula y a ultranza de ideales vacíos. Y sin embargo se reciclan en un lodo infinito de rejunte ideológico para volver en la próxima elección con una propuesta renovada. Esos legisladores deberían ser prohibidos e inhabilitados de por vida para ejercer cargos públicos, buen ejemplo de ello son los impresentables que aprobaron la reforma judicial u otras de igual ralea.
Resta pensar ahora que rol le corresponde al presidente, y lo más correcto sería decir que debiera ser el empleado del mes. Es decir un presidente no está ahí para hacer beneficencia con los fondos del estado, o para reclutar voluntades con los manejos del dinero y las influencias. Está ahí para ser el administrador último de lo público y la cabeza de la regulación de lo privado. Un buen presidente hubiera visto que se estaban terminando las reservas energéticas y que las empresas (por el motivo que fuera) no estaban invirtiendo lo suficiente en la exploración. Un buen presidente hubiera notado el deterioro de toda la infraestructura nacional: vial, de transporte, de comunicaciones. Un buen presidente notaría que las empresas de servicios privatizadas y las que han surgido luego no invierten lo necesario para prestar un servicio de calidad: internet, celulares, telefonía fija.
En cambio nuestra presidente prefiere dar batallas ideológicas despojadas de contenidos reales, prefiere pelear con un diario que arreglar los trenes; se esfuerza más por ocultar la corrupción de altos funcionarios que por encontrar la solución a los problemas de energía que merman el erario público. La presidente prefiere dar discursos para la tribuna que la oye sin escuchar, que no desea comprender igual que ella el rol que todos ocupamos en la sociedad.

viernes, 7 de junio de 2013

Legislación irresponsable


Es muy probable que con esta entrada me gane varias antipatías pero, la verdad es que no temo decir lo que pienso. En este caso en particular tengo varias razones de peso (tanto personales como lógicas) para decir todo lo que sigue a continuación. Quienes me conocen sabrán entender más fácil algunos de mis motivos pero, a todos puedo decirles que es algo que llevo pensado desde hace mucho y que nada de lo que sigue obedece a un pensamiento nuevo. Esta linea de razonamiento comenzó con la entrada “Los pecados del padre”, que  puede ser una referencia útil en este caso.
Hoy se produjo la aprobación de la ley de fertilización asistida, lo cual se festeja como un triunfo del progresismo y del cual todos quieren colgarse; de igual manera espero que todos quieran colgarse de sus consecuencias, que las tendrá a su debido tiempo. En lo personal creo que las leyes deben ser útiles a la sociedad y buscar el beneficio de todos si acarrear problemas por su aplicación. La ley que obliga a las prepagas pero, por sobre todo a las obras sociales a cubrir tratamientos de fertilidad lo que terminará por ahogar el sistema de salud y cuando eso suceda mucho será el daño por un capricho.
Entre otras cosas lo que separa un país en serio de un intento berreta (como el nuestro) es la responsabilidad de sus poderes, en este caso de sus legisladores. Responsabilidad en varios sentidos, en parte por hacerse luego cargo de lo que han hecho (pagar por lo errores) y también por tener en cuenta las consecuencias futuras de las leyes ignorando (o al menos teniendo menos en cuenta) el resultado electoral. Cuando se votan o vetan leyes como si se mirara el minuto a minuto de rating se cae en el vicio de generar legislación para la tribuna la cual puede en el corto o largo plazo terminar siendo perjudicial para la misma. Es decir cuando se sanciona una ley porque es simpática a la opinión pública sin tomar en cuenta las consecuencias de esta tanto para el estado como para sus involucrados directos como indirectos. Este pues es el caso de la ley de fertilización asistida, que se ha instalado entre todos como un baluarte del progresismo intelectual (del que carecemos) pero, que no estoy seguro si nos gustaría poseer en el caso de que pudiéramos, como sociedad, entender de que se trata. La ley que va a solucionar los problemas de concepción en un país dónde muchos niños llegan a destiempo y a hogares que no pueden hacerse cargo de ellos. Vamos ahora a obligar al ya maltrecho sistema de salud que se haga cargo de los que no pueden tener hijos biológicos y todos felices vamos a pagar la cuenta.
Nuestro sistema de salud se basa en el aporte de quienes lo utilizan, el valor de las cuotas (retenciones) se toma considerando en un promedio las necesidades de cada grupo o individuo y dividiéndolas por la cantidad total de afiliados, conocido este gasto promedio, se le suman los costos de mantenimiento del servicio, y si se aplica las ganancias de las empresas. Al introducir una nueva prestación esto agrega un costo ya que algunos de los miembros seguramente se someterán a ella, lo que aumenta el total de gastos, que lleva a un aumento de la cuota. Existen ciertas patologías cuyo costo de tratamiento es muy elevado y representarían casos inviables para los prestadores del servicios, estos costos extraordinarios se cubre con un fondo que administra la nación y que hoy en día se utiliza mas bien com caja política.
Los costos de los tratamientos de fertilización asistida son en general muy altos y el sistema no dispone de mecanismos para amortiguar su impacto, por lo que el costo deberá ser soportado por los aportantes. Esto suponiendo que el gobierno permita el aumento de las cuotas, de no ser así el sistema de salud en su conjunto corre un gran riesgo. Sería bueno que lo que hoy están a favor de esta ley recuerden su posición cuando comiencen los cortes a las obras sociales.
Por otro lado están cuestiones más éticas y menos económicas. Los tratamientos de fertilización asistida incluyen varios métodos, y riesgos que en general no son debidamente explicados a los pacientes al momento de someterse a ellos. Si bien algunos tratamientos son relativamente inofensivos otros pueden incluso tener complicaciones para el bebé. Por otro lado cuando se realizan implantación de embriones se implantan varios (lo que suele causar nacimientos múltiples) pero, los que se implantan son una pequeña parte de los que se engendraron. Los que sobran (raro concepto el de que un ser humano pueda ser una sobra) se congelan, el problema es que no está del todo claro que son y a quien pertenecen (porque lamentablemente a esa altura no tienen el estatus de persona que debieran). Por lo tanto pueden ser congelados, desechados (derechos humanos a parte), o utilizados para investigación o incluso para la industria farmacéutica; por si lo olvidaron son personas (no natas pero personas). La legislación no los cubre, protege o ampara, por lo que se encuentran en un limbo, tal vez les suene aquello de “Ni muertos ni vivos, desaparecidos”. Pues bien este sería  un caso de “Ni muertos ni nacidos, criogenizados”, lo que es digamos en cierta forma lo mismo. Se encuentran en un vacío legal del cual puede resultar complejo sacarlos, y desde el cual pueden muy fácilmente convertirse en víctimas de intereses de cualquier tipo. 
Muchas veces (en mi caso muy seguido) nos quejamos de los gobernantes que tenemos, debemos recordar que la mayoría están ahí por voto popular, es decir del pueblo, es decir nuestro, para bien o para mal están ahí por nuestra decisión y culpa. Cuando votamos no sólo lo hacemos por un candidato sino también por una idea, estas son las ideas y cuando elegimos gobierno también debemos tenerlas en cuenta. Tenemos la responsabilidad y la obligación de recordar que leyes y que proyectos llevan a delante los distintos partidos, para saber en favor de quien ejercen el gobierno. Recordando siempre que su fin último debiera ser el bienestar de la nación y el cuidado de la república, y por ello habría que evitar a aquellos que con desinterés y estupidez electoral actúan produciendo una legislación irresponsable.